Desde que Lindsay Lohan salió del exclusivo centro de rehabilitación Promises en Malibú, donde pasó 45 días (su segunda estancia en lo que va de año), está haciendo todo lo posible para quitarse de encima la imagen de irresponsable fiestera que comparte con sus amigas Paris Hilton y Britney Spears.
La chica quiere ser buena, y ahora, además de llevar un aparatoso dispositivo en el tobillo izquierdo que mide el consumo de alcohol a través del sudor, se ha personado voluntariamente en comisaría para penar sus culpas por conducir bebida y provocar un accidente en mayo, cuando se empotró con su Mercedes descapotable contra un bordillo en Sunset Boulevard. Aquel choque la envió directamente a rehabilitación.
Lohan se presentó el jueves en la comisaría del barrio de Beverly Hills con su abogado para que le tomaran huellas y fotos. Salió en libertad, pero tendrá una vista el 24 de agosto. Es un nuevo capítulo en la ajetreada vida de esta actriz de 21 años a la que los estadounidenses han visto crecer en la publicidad y en el cine, donde empezó con películas de Disney, siguió con éxitos para adolescentes y últimamente ha intentado mostrar su cara seria en Bobby (el asesinato de Robert Kennedy contado por Emilio Estévez) y A prairie home companion (último filme de Robert Altman).
Pero la seriedad no suele acompañarla, y el ejecutivo de un gran estudio de Hollywood se quejó públicamente de las horas a las que Lohan llegaba al rodaje. Hoy, la última fijación de Lindsay es el tobillo, con ese aparato negro que controla el consumo de alcohol para cumplir su promesa de permanecer sobria. Ya lo lució el pasado fin de semana en una fiesta en Las Vegas, donde solo saboreó una bebida energética. Y seguirá llevándolo como parte del programa por el que también debe acudir a reuniones de Alcohólicos Anónimos y a terapia. La tobillera se puede recibir en casa por 43 euros y es infalible. "Detecta cualquier gota de alcohol ingerida", asegura Kathleen Brown, portavoz de la empresa que los fabrica.
Más de 5.000 estadounidenses llevan este dispositivo y ya hay quien vaticina que se pondrá de moda entre las celebridades que acuden al centro de rehabilitación como si fuera unspa. Centros como Cirque Lodge, en Utah, donde Mary Kate Olsen trató su anorexia; Cottonwood, en Arizona, que ha tenido a Mr. Bean y a la cantante de las Spice Girls Geri Halliwell entre los pacientes que pagan 1.000 euros diarios; Caron Foundation, donde Liza Minnelli desembolsó 15.000 euros al mes; Crossroads Center, el elegido por Whitney Houston; The Meadows Clinic, que ha recibido a Kate Moss y a Robbie Williams por 723 euros diarios; y Promises (24.000 euros mensuales), donde además de Lohan se han alojado, entre otros, Ben Affleck, Robert Downey Jr., Charlie Sheen y Matthew Perry.
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